Esta mañana 1 de noviembre de 2013, cuando eran las 5 am y ya casi salía a mi escuela rural a trabajar pude revisar la cuenta del Banco Bicentenario y notar que no había depósito.
Cuando estaba en la escuela los colegas no cesaban de preguntarme si en verdad iban a pagar, que por qué no depositaban y así fue pasando toda la mañana.
Cerca del mediodía una colega se me acerca y me dice que revise en el banco bicentenario porque una colega le había mandado un sms en el cual le informaba que ya le habían depositado. Revisé y nada.
Fue ahí que le pedí información sobre la veracidad de la afirmación la cual fue reafirmada por la colega. Habían depositado.
Lo escribí en el Facebook y pedí a los 17 mil colegas que revisaran sus cuentas. Todas eran negativas. Aún así pedí un poco de paciencia hasta las 2:30 pm. Exactamente comenzaron a llegar los mensajes en el Facebook: habían depositado.
Ahora que vemos el dinero en nuestras cuentas, muchos inmediatamente pensamos en cómo estirar el dinero para tratar de pagar las deudas acumuladas en los últimos 2 meses y en comprar algo de utilidad para darle así un valor al dinero que ha sido depositado. Más de eso nada.
Los docentes nos hemos vueltos artífices de la mercadotecnia y la administración. El alto costo de la vida protagonizado por la inflación es el principal protagonista de nuestros ingresos. Hoy los docentes ganamos más y compramos menos.
Todavía falta otros pagos y el miedo a que el dinero no rinda lo suficiente está circulando incesantemente en nuestra mente. Los pagos servirán para darnos un respiro, un aliento, pero todos sabemos que el monstruo de la inflación nos ganará la batalla. Lamentablemente es así.